Historias y leyendas de Durazno

La leyenda del monte de la taba

 

La leyenda de la taba hace referencia a una estancia situada en el interior del departamento (en el paraje Caballero), donde un brasilero, que era gran jugador de taba, derrotó en una partida al dueño de esa estancia y el estanciero, furioso, asesinó al brasilero. Desde entonces en esa estancia, sobre una mesa de piedra, se encuentra la taba, y aunque la sequen, la entierren, la tiren al agua o la guarden bajo candado, a la mañana siguiente la taba aparece de nuevo sobre la mesa de piedra de la estancia. Este hecho ocurrió cerca del 1900, pero la leyenda sigue viva en la actualidad.

 

TABA: Hueso del talón.
JUEGO DE LA TABA:
Juego que consiste en tirar al aire una taba de carnero, y en el cual se gana si al caer queda hacia arriba el lado llamado carne, se pierde si es el lado llamado culo, y no hay juego si son la taba o la chuca.

 

 


A continuación transcribimos un artículo y una poesía referentes a esta leyenda que fueron publicados en el Diario Cambios.

 

LA  TABA  DE  CABALLERO:  UNA  SUERTE  DE  LEYENDA
(Por Acá)

     Las referencias populares hablan de un hecho ocurrido allá por el año 1900, en una estancia de la 12ª Sección, paraje Caballero, propiedad décadas después de la Dra. Silvia Puentes de Oyenard y de la familia Parodi desde el 95.
     Todo se fue tejiendo con el tiempo, como una suerte de literatura fantástica en la pluma del poeta duraznense Manuel Demetrio Souza, hasta que en 1981 escribe el poema. Su hijo Lucho, recitando el texto, gana el Primer Premio en una de las tantas ediciones del Festival.
     El poema es publicado por el autor en "Defendiendo lo nuestro", en el año 1995.
     Desde ahí, lo que hasta entonces había sido solo una leyenda obligada de fogones, con cuentos de aparecidos y almas en pena, se anidó en la historia de nuestro folklore, definitivamente.
     Hay muchas otras dispersas por ahí, que esperan ser rescatadas para las nuevas generaciones, porque forman parte del colectivo cotidiano, tan fuertes y tan nuestras que son capaces de resistir el paso del tiempo.

 

La Taba de Caballero (poema)
por Manuel Demetrio Souza

En el "Paso Caballero" unas leguas de Durazno
sobre una mesa de piedra luce gallarda una taba.
Cuenta la gente que sabe, los vecinos de esos pagos,
que "Mandinga" fue que puso su cola para hechizarla.

La historia dice de un crimen allí mismo en el paraje
por el odio y el despecho de un estanciero humillado
porque un negro brasilero, gran jugador a la taba
jugó con el cuanto quiso y hasta de ojos vendados.

Era un domador genuino, sin maleta y pocos trapos,
timbero de lo que fuera, mujeriego y "de los tragos",
bravucón para el cuchillo y ágil para el contrabando.

Caía a plomo el domingo sobre el lomo de la tarde
cuando sentencio el "Bayano", luego de muchas ganadas:
"Eu voce non tener sorte, pelo honor jogo la estancia".
Como aceptó... el brasilero le dijo darle ventaja.

Llamó a una moza que había con mucha atención mirado
y entregándole un pañuelo le pidió que se lo atara.
Una muda expectativa andaba entre el paisanaje.
Tiró el patrón... echó a tierra su pretensión de ganarle.

Entonces "el brasilero" cachador hasta el coraje,
tapándose mas los ojos... clavó suerte... y fue nefasta.

Hubo un silencio de muerte porque el señor de la estancia
al terminar los murmullos de la admiración lograda
por el negro brasilero, llevó su mano a la daga
y acometió ciegamente contra el pobre desramado.

Nadie sabe si fue el diablo o el alma de aquel finado
que ha seguido para siempre como un símbolo en el pago.
Tal es que al pasar los años el maleficio ha quedado
y aunque la saquen, se vuelve al mismo lugar la taba.

Siempre está sobre esa mesa desde aquella ocasión trágica
quizá por ser la testigo en el crimen del "bayano"...

Cuentan que el autor del hecho, por los peones avisado
un día mandó a tirarla muchas leguas de distancia
y fue tanta la sorpresa porque a la otra mañana
sobre la mesa de piedra, nuevamente halló la taba.

Entonces ciego de ira, pensando que era burlado
por los peones y el temor, que allí la hubieran dejado
el mismo fue con sus manos que se la llevó de la estancia
y en el cajón de una mesa la escondió bien, bajo llaves...

Al otro día temprano fue a mirar su presa esclava
todo parecía en orden, hasta el candado trancado...
Mas de pronto sintió miedo, el corazón le saltaba
pues de "La Taba" ni rastros; "Mandinga" la había llevado...

Dicen que montó un caballo, que no corría, volaba,
que iba como en alma en pena, cual si lo llevara el diablo
hasta el "Paso Caballero" donde colgado de un árbol
lo encontraron ya sin vida, frente a la mesa y la taba.

 

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